LIENZO EN
BLANCO

Arquitecto Carlos Morales
Autor: Carlos Antonio Morales

¿Hace cuánto dejamos de crear sobre un lienzo en blanco? Tal vez de niños tomábamos esas hojas de cuaderno y transformábamos esas ideas en dibujos y poco a poco nos dejábamos guiar por los cuadritos o rayas, otras veces eran papeles en blanco que dejaban que las formas sinuosas tradujeran nuestra idea mental en arabescos tangibles y a medida que ese niño crecía, los rayones iban cogiendo formas reconocibles que nos empezaban a conducir hacia ese pequeño arquitecto en formación que comenzaba a soñar con algún día diseñar la casa que se iba creando en la mente, y esos cuadrados y rayas nos ayudaban a dar la proporción en un dibujo que arrancó como el lenguaje abstracto de rayones sin sentido a caracterizar una idea de forma en un presunto habitáculo algún día construible, y sin darnos cuenta, pero con mucho deseo, estábamos empezando el sueño de ser arquitectos. Y entonces en primera instancia comenzamos el recorrido de cumplirle el sueño a ese niño de estudiar en la Universidad y graduarnos de esta profesión.

Dibujos infantiles sobre lienzo en blanco
Autor: Carlos A. Morales

Tal vez, en esta época universitaria tuvimos la oportunidad de crear sobre lienzos en blanco, donde un programa y una que otra variable nos instaban a diseñar casas o edificios que no iban a pasar de una aprobación de un profesor y tal vez de unos compañeros, primeros críticos de nuestro arte, luego recibimos una calificación y tomábamos un par de fotos, únicas pruebas de que el trabajo se finalizó, pero de ahí no pasaban…

Triada Vitruviana
Autor: Documento Diego Magnin

En esos años de universidad conocimos los términos clásicos de utilitas, fírmitas y venustas, comprendimos que aquello que expresábamos con portaminas, micropuntas, escalas y reglas no solo debían servir para algo, sino que tenían que poder sostenerse y además verse bien, que ya no eran casas en el aire sino posibilidades imposibles que aunque en papel o cartón paja quedaran, tenían que ser aprobadas por una subjetividad latente en un profesor que seguro sabía más que uno pero a veces no con la capacidad de entender el arte y amor con el cual uno se disponía a plasmar los arabescos mentales en escala 1:100. Y desde esta época empezamos a perder la noción de lienzo en blanco para expresarnos y empezamos a llenar nuestra creación de metodologías y lineamientos modernos que empezaban a formar una arquitectura que dejaba de ser libre y se tornaba en un arrume de enseñanzas y aprendizajes que condicionaban a dictaminar si nuestra arquitectura era plausible o estaba condenada a conseguir una calificación para pasar el semestre. Cómo podíamos lograr que los principios corbusianos de planta libre, fachadas exentas a la estructura, cubiertas transitables y recorridos naturales y continuos hicieran parte de la solución a los ejercicios arquitectónicos a los que nos veíamos sometidos a desarrollar. Tal vez la dedicación y un gran esfuerzo por lograr una buena arquitectura nos permitió adoptar esos principios de la arquitectura y terminamos graduándonos, en principio, como buenos prospectos de diseñadores, pero luego nos encontramos con la realidad y como profesionales nos damos cuenta que el lienzo en blanco es una utopía que no volveremos a encontrar, al menos como arquitectos.

Autor: Documento Alfredo Rojas

Para nosotros, como profesionales, encontrarnos en frente de un lote ya no es sinónimo de creación sobre un lienzo en blanco, empezando por el lote mismo, el cual condiciona el límite de hasta dónde vamos a poder llegar con nuestra creación. A esto debemos sumarle una normativa que dictamina aislamientos, retrocesos, alturas y usos que van a condicionar el alcance de nuestra imaginación y debemos agregar el factor económico de un cliente que seguro querrá que logremos en un 100% los índices de ocupación y construcción de este lote que con gran esfuerzo van a comprar para obtener el mayor provecho en ventas. Entonces fírmitas y utílitas son los conceptos que van a predominar en nuestra creación, porque el cliente querrá que su inversión sea utilizada por el posible comprador y su mayor deseo será que esta nunca vaya a derrumbarse, pues, para un constructor no hay nada más temido que el proceso de postventas de una creación. Lamentablemente e inevitablemente el término venustas cada vez pierde más fuerza y termina relegado a aquellos proyectos dignos de portadas de revistas y premios de Bienal, pero en la mayoría de proyectos se verá relegada a pequeños pincelazos de creatividad como un pañete con pintura o un detalle constructivo sacado del catálogo de Hunter Douglas o similar. 

Es aquí donde debemos, como arquitectos y graduandos de los principios aprendidos durante esos cinco años juiciosos de la carrera, ser guías de nuestros clientes a crear proyectos que sin demeritar su avidez económica, logremos desarrollar productos que aporten a la ciudad de la misma manera como vamos a aportar en la economía productiva de los inversionistas. No olvidarnos de los conceptos de la buena arquitectura que aprendimos por la necesidad de complacer los requerimientos técnicos y económicos de los proyectos a los cuales somos llamados a resolver. En principio, seguimos siendo dueños y directores de las creaciones que dejamos plasmadas en los planos que posteriormente serán aprobados por curadurías y asesores de ventas.

Dibujos infantiles sobre lienzo en blanco
Autor: Carlos A. Morales

En Bogotá tendremos la oportunidad, si se desarrolla el nuevo POT de una manera afortunada, de devolverle a la ciudad los espacios que tantas veces le robamos por la intención económica de sacarle provecho a cada centímetro que los índices nos han permitido, y está en nuestras manos dirigir y guiar a nuestros clientes a no sólo permitir que fírmitas y utílitas sean los pilares de nuestras creaciones, sino que venustas vuelva a ser un actor principal, no solo en el aspecto físico de los proyectos, en la cara que le vamos a ofrecer a nuestra ciudad, sino también en los espacios públicos que le vamos a aportar al entorno, en la manera como nos vamos a conectar con la ciudad y vecinos, tenemos la oportunidad de implementar exteriormente lo que tanto nos hemos dedicado a cumplir hacia el interior, ofreciendo productos que brinden la satisfacción de los usuarios que pagan por sus metros cuadrados de construcción, y ampliarlo a aquellos transeúntes que en cierta manera van a disfrutar de nuestras creaciones, no sólo al admirarlas desde el andén de en frente, sino de vivirlas en una implantación urbana amigable e inclusiva; los arquitectos casi siempre nos reconocemos en eventualidades cotidianas por la manera diferente como vivimos los espacios: ir de visita a un museo, salir de viaje a una ciudad nueva, ir a conocer el apartamento nuevo de un conocido, siempre estamos con esa mirada distintiva y crítica que en cierta manera alimenta o enriquece un lugar común, está en nuestra facultad no olvidarnos de ser humanos al ser arquitectos, dado que diariamente, al comportamos como humanos, nunca nos olvidamos de nuestra condición de ser arquitectos. El lienzo en blanco empieza a ser nuestro día a día.

Marzo 6 de 2019

LIENZO EN
BLANCO

Arquitecto Carlos Morales
Autor: Carlos Antonio Morales

¿Hace cuánto dejamos de crear sobre un lienzo en blanco? Tal vez de niños tomábamos esas hojas de cuaderno y transformábamos esas ideas en dibujos y poco a poco nos dejábamos guiar por los cuadritos o rayas, otras veces eran papeles en blanco que dejaban que las formas sinuosas tradujeran nuestra idea mental en arabescos tangibles y a medida que ese niño crecía, los rayones iban cogiendo formas reconocibles que nos empezaban a conducir hacia ese pequeño arquitecto en formación que comenzaba a soñar con algún día diseñar la casa que se iba creando en la mente, y esos cuadrados y rayas nos ayudaban a dar la proporción en un dibujo que arrancó como el lenguaje abstracto de rayones sin sentido a caracterizar una idea de forma en un presunto habitáculo algún día construible, y sin darnos cuenta, pero con mucho deseo, estábamos empezando el sueño de ser arquitectos. Y entonces en primera instancia comenzamos el recorrido de cumplirle el sueño a ese niño de estudiar en la Universidad y graduarnos de esta profesión.

Dibujos infantiles sobre lienzo en blanco
Autor: Carlos A. Morales

Tal vez, en esta época universitaria tuvimos la oportunidad de crear sobre lienzos en blanco, donde un programa y una que otra variable nos instaban a diseñar casas o edificios que no iban a pasar de una aprobación de un profesor y tal vez de unos compañeros, primeros críticos de nuestro arte, luego recibimos una calificación y tomábamos un par de fotos, únicas pruebas de que el trabajo se finalizó, pero de ahí no pasaban…

Triada Vitruviana
Autor: Documento Diego Magnin

En esos años de universidad conocimos los términos clásicos de utilitas, fírmitas y venustas, comprendimos que aquello que expresábamos con portaminas, micropuntas, escalas y reglas no solo debían servir para algo, sino que tenían que poder sostenerse y además verse bien, que ya no eran casas en el aire sino posibilidades imposibles que aunque en papel o cartón paja quedaran, tenían que ser aprobadas por una subjetividad latente en un profesor que seguro sabía más que uno pero a veces no con la capacidad de entender el arte y amor con el cual uno se disponía a plasmar los arabescos mentales en escala 1:100. Y desde esta época empezamos a perder la noción de lienzo en blanco para expresarnos y empezamos a llenar nuestra creación de metodologías y lineamientos modernos que empezaban a formar una arquitectura que dejaba de ser libre y se tornaba en un arrume de enseñanzas y aprendizajes que condicionaban a dictaminar si nuestra arquitectura era plausible o estaba condenada a conseguir una calificación para pasar el semestre. Cómo podíamos lograr que los principios corbusianos de planta libre, fachadas exentas a la estructura, cubiertas transitables y recorridos naturales y continuos hicieran parte de la solución a los ejercicios arquitectónicos a los que nos veíamos sometidos a desarrollar. Tal vez la dedicación y un gran esfuerzo por lograr una buena arquitectura nos permitió adoptar esos principios de la arquitectura y terminamos graduándonos, en principio, como buenos prospectos de diseñadores, pero luego nos encontramos con la realidad y como profesionales nos damos cuenta que el lienzo en blanco es una utopía que no volveremos a encontrar, al menos como arquitectos.

Autor: Documento Alfredo Rojas

Para nosotros, como profesionales, encontrarnos en frente de un lote ya no es sinónimo de creación sobre un lienzo en blanco, empezando por el lote mismo, el cual condiciona el límite de hasta dónde vamos a poder llegar con nuestra creación. A esto debemos sumarle una normativa que dictamina aislamientos, retrocesos, alturas y usos que van a condicionar el alcance de nuestra imaginación y debemos agregar el factor económico de un cliente que seguro querrá que logremos en un 100% los índices de ocupación y construcción de este lote que con gran esfuerzo van a comprar para obtener el mayor provecho en ventas. Entonces fírmitas y utílitas son los conceptos que van a predominar en nuestra creación, porque el cliente querrá que su inversión sea utilizada por el posible comprador y su mayor deseo será que esta nunca vaya a derrumbarse, pues, para un constructor no hay nada más temido que el proceso de postventas de una creación. Lamentablemente e inevitablemente el término venustas cada vez pierde más fuerza y termina relegado a aquellos proyectos dignos de portadas de revistas y premios de Bienal, pero en la mayoría de proyectos se verá relegada a pequeños pincelazos de creatividad como un pañete con pintura o un detalle constructivo sacado del catálogo de Hunter Douglas o similar. 

Es aquí donde debemos, como arquitectos y graduandos de los principios aprendidos durante esos cinco años juiciosos de la carrera, ser guías de nuestros clientes a crear proyectos que sin demeritar su avidez económica, logremos desarrollar productos que aporten a la ciudad de la misma manera como vamos a aportar en la economía productiva de los inversionistas. No olvidarnos de los conceptos de la buena arquitectura que aprendimos por la necesidad de complacer los requerimientos técnicos y económicos de los proyectos a los cuales somos llamados a resolver. En principio, seguimos siendo dueños y directores de las creaciones que dejamos plasmadas en los planos que posteriormente serán aprobados por curadurías y asesores de ventas.

Dibujos infantiles sobre lienzo en blanco
Autor: Carlos A. Morales

En Bogotá tendremos la oportunidad, si se desarrolla el nuevo POT de una manera afortunada, de devolverle a la ciudad los espacios que tantas veces le robamos por la intención económica de sacarle provecho a cada centímetro que los índices nos han permitido, y está en nuestras manos dirigir y guiar a nuestros clientes a no sólo permitir que fírmitas y utílitas sean los pilares de nuestras creaciones, sino que venustas vuelva a ser un actor principal, no solo en el aspecto físico de los proyectos, en la cara que le vamos a ofrecer a nuestra ciudad, sino también en los espacios públicos que le vamos a aportar al entorno, en la manera como nos vamos a conectar con la ciudad y vecinos, tenemos la oportunidad de implementar exteriormente lo que tanto nos hemos dedicado a cumplir hacia el interior, ofreciendo productos que brinden la satisfacción de los usuarios que pagan por sus metros cuadrados de construcción, y ampliarlo a aquellos transeúntes que en cierta manera van a disfrutar de nuestras creaciones, no sólo al admirarlas desde el andén de en frente, sino de vivirlas en una implantación urbana amigable e inclusiva; los arquitectos casi siempre nos reconocemos en eventualidades cotidianas por la manera diferente como vivimos los espacios: ir de visita a un museo, salir de viaje a una ciudad nueva, ir a conocer el apartamento nuevo de un conocido, siempre estamos con esa mirada distintiva y crítica que en cierta manera alimenta o enriquece un lugar común, está en nuestra facultad no olvidarnos de ser humanos al ser arquitectos, dado que diariamente, al comportamos como humanos, nunca nos olvidamos de nuestra condición de ser arquitectos. El lienzo en blanco empieza a ser nuestro día a día.

Marzo 6 de 2019

LIENZO EN
BLANCO

Marzo 6 de 2019
Arquitecto Carlos Morales
Autor: Carlos Antonio Morales

¿Hace cuánto dejamos de crear sobre un lienzo en blanco? Tal vez de niños tomábamos esas hojas de cuaderno y transformábamos esas ideas en dibujos y poco a poco nos dejábamos guiar por los cuadritos o rayas, otras veces eran papeles en blanco que dejaban que las formas sinuosas tradujeran nuestra idea mental en arabescos tangibles y a medida que ese niño crecía, los rayones iban cogiendo formas reconocibles que nos empezaban a conducir hacia ese pequeño arquitecto en formación que comenzaba a soñar con algún día diseñar la casa que se iba creando en la mente, y esos cuadrados y rayas nos ayudaban a dar la proporción en un dibujo que arrancó como el lenguaje abstracto de rayones sin sentido a caracterizar una idea de forma en un presunto habitáculo algún día construible, y sin darnos cuenta, pero con mucho deseo, estábamos empezando el sueño de ser arquitectos. Y entonces en primera instancia comenzamos el recorrido de cumplirle el sueño a ese niño de estudiar en la Universidad y graduarnos de esta profesión.

Dibujos infantiles sobre lienzo en blanco
Autor: Carlos A. Morales

Tal vez, en esta época universitaria tuvimos la oportunidad de crear sobre lienzos en blanco, donde un programa y una que otra variable nos instaban a diseñar casas o edificios que no iban a pasar de una aprobación de un profesor y tal vez de unos compañeros, primeros críticos de nuestro arte, luego recibimos una calificación y tomábamos un par de fotos, únicas pruebas de que el trabajo se finalizó, pero de ahí no pasaban…

Triada Vitruviana
Autor: Documento Diego Magnin

En esos años de universidad conocimos los términos clásicos de utilitas, fírmitas y venustas, comprendimos que aquello que expresábamos con portaminas, micropuntas, escalas y reglas no solo debían servir para algo, sino que tenían que poder sostenerse y además verse bien, que ya no eran casas en el aire sino posibilidades imposibles que aunque en papel o cartón paja quedaran, tenían que ser aprobadas por una subjetividad latente en un profesor que seguro sabía más que uno pero a veces no con la capacidad de entender el arte y amor con el cual uno se disponía a plasmar los arabescos mentales en escala 1:100. Y desde esta época empezamos a perder la noción de lienzo en blanco para expresarnos y empezamos a llenar nuestra creación de metodologías y lineamientos modernos que empezaban a formar una arquitectura que dejaba de ser libre y se tornaba en un arrume de enseñanzas y aprendizajes que condicionaban a dictaminar si nuestra arquitectura era plausible o estaba condenada a conseguir una calificación para pasar el semestre. Cómo podíamos lograr que los principios corbusianos de planta libre, fachadas exentas a la estructura, cubiertas transitables y recorridos naturales y continuos hicieran parte de la solución a los ejercicios arquitectónicos a los que nos veíamos sometidos a desarrollar. Tal vez la dedicación y un gran esfuerzo por lograr una buena arquitectura nos permitió adoptar esos principios de la arquitectura y terminamos graduándonos, en principio, como buenos prospectos de diseñadores, pero luego nos encontramos con la realidad y como profesionales nos damos cuenta que el lienzo en blanco es una utopía que no volveremos a encontrar, al menos como arquitectos.

Autor: Documento Alfredo Rojas

Para nosotros, como profesionales, encontrarnos en frente de un lote ya no es sinónimo de creación sobre un lienzo en blanco, empezando por el lote mismo, el cual condiciona el límite de hasta dónde vamos a poder llegar con nuestra creación. A esto debemos sumarle una normativa que dictamina aislamientos, retrocesos, alturas y usos que van a condicionar el alcance de nuestra imaginación y debemos agregar el factor económico de un cliente que seguro querrá que logremos en un 100% los índices de ocupación y construcción de este lote que con gran esfuerzo van a comprar para obtener el mayor provecho en ventas. Entonces fírmitas y utílitas son los conceptos que van a predominar en nuestra creación, porque el cliente querrá que su inversión sea utilizada por el posible comprador y su mayor deseo será que esta nunca vaya a derrumbarse, pues, para un constructor no hay nada más temido que el proceso de postventas de una creación. Lamentablemente e inevitablemente el término venustas cada vez pierde más fuerza y termina relegado a aquellos proyectos dignos de portadas de revistas y premios de Bienal, pero en la mayoría de proyectos se verá relegada a pequeños pincelazos de creatividad como un pañete con pintura o un detalle constructivo sacado del catálogo de Hunter Douglas o similar. 

Es aquí donde debemos, como arquitectos y graduandos de los principios aprendidos durante esos cinco años juiciosos de la carrera, ser guías de nuestros clientes a crear proyectos que sin demeritar su avidez económica, logremos desarrollar productos que aporten a la ciudad de la misma manera como vamos a aportar en la economía productiva de los inversionistas. No olvidarnos de los conceptos de la buena arquitectura que aprendimos por la necesidad de complacer los requerimientos técnicos y económicos de los proyectos a los cuales somos llamados a resolver. En principio, seguimos siendo dueños y directores de las creaciones que dejamos plasmadas en los planos que posteriormente serán aprobados por curadurías y asesores de ventas.

Dibujos infantiles sobre lienzo en blanco
Autor: Carlos A. Morales

En Bogotá tendremos la oportunidad, si se desarrolla el nuevo POT de una manera afortunada, de devolverle a la ciudad los espacios que tantas veces le robamos por la intención económica de sacarle provecho a cada centímetro que los índices nos han permitido, y está en nuestras manos dirigir y guiar a nuestros clientes a no sólo permitir que fírmitas y utílitas sean los pilares de nuestras creaciones, sino que venustas vuelva a ser un actor principal, no solo en el aspecto físico de los proyectos, en la cara que le vamos a ofrecer a nuestra ciudad, sino también en los espacios públicos que le vamos a aportar al entorno, en la manera como nos vamos a conectar con la ciudad y vecinos, tenemos la oportunidad de implementar exteriormente lo que tanto nos hemos dedicado a cumplir hacia el interior, ofreciendo productos que brinden la satisfacción de los usuarios que pagan por sus metros cuadrados de construcción, y ampliarlo a aquellos transeúntes que en cierta manera van a disfrutar de nuestras creaciones, no sólo al admirarlas desde el andén de en frente, sino de vivirlas en una implantación urbana amigable e inclusiva; los arquitectos casi siempre nos reconocemos en eventualidades cotidianas por la manera diferente como vivimos los espacios: ir de visita a un museo, salir de viaje a una ciudad nueva, ir a conocer el apartamento nuevo de un conocido, siempre estamos con esa mirada distintiva y crítica que en cierta manera alimenta o enriquece un lugar común, está en nuestra facultad no olvidarnos de ser humanos al ser arquitectos, dado que diariamente, al comportamos como humanos, nunca nos olvidamos de nuestra condición de ser arquitectos. El lienzo en blanco empieza a ser nuestro día a día.

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